Friday, July 15, 2011

Sentir la importancia

Hará poco más de un mes que no escribía y debo culpar a mis vacaciones por eso.  Durante casi cuatro semanas tuve la oportunidad de viajar con mi esposa e hija a Venezuela y Argentina para visitar a nuestras familias.  Viajes tan largos como especiales:  familiares buscando conocer a nuestra bebita y nosotros buscando reconectar con todo el cariño casero.
Que veríamos a padres y madres, hermanos y hermanas, tíos y tías, primos y primas, lo tenía muy presente y esperaba pocas sorpresas.  Mientras más maduros, normalmente causamos menos asombro en los reencuentros.  El tiempo nos pasa factura a todos:  Nos suma kilos, arrugas, canas y dolores por afuera, y nos suma nostalgia, escepticismo y tozudez por adentro.  La mayor alegría es el largo abrazo.  Las novedades ya se han compartido por teléfono o e-mail.
También era obvio que veríamos a muchos sobrinitos y sobrinitas.  ¡Pero qué impresión me dio ver todo lo que han crecido y aprendido los más pequeños!  Da alegría ver que la familia se renueva.  Da alegría sentir la admiración y respeto de los niños.  Da alegría sentir cómo con el paso de los días pasas de ser “el tío de Canadá, el de las fotos”, a ser querido como si siempre has estado ahí.  Incluso los más bebitos se sonríen pronto con tu rostro.
No voy a escribir líneas sobre lo importante que son los niños.  Eso es algo que todos sabemos.  Lo que personalmente descubrí en este viaje es lo importante que se siente tener la responsabilidad de ayudarlos a crecer.  Lo sentía con mi bebita pero se intensificó con los sobrinos.  Así como en algún momento de nuestra niñez el foco de nuestros propósitos está en nuestros padres, o así como siendo adultos nos enfocamos en nosotros mismos, esta vez siento a consciencia que el péndulo de mis propósitos también gira hacia los más pequeños.
Las últimas vacaciones fueron un baño de cariño casero, cariño sanguíneo, pero significaron sobre todo, la confirmación de un sentimiento de responsabilidad de dar amor, de ayudar a crecer, de ayudar a seguir aprendiendo, a los más jovencitos de la familia.
La verdad no sabría qué agregar para que esta escritura fuera algo más reflexivo para el beneficio de todos los que la lean.  Cada quien sabrá identificarse con mi “descubrimiento” en mayor o menor grado, o para nada en absoluto.  Quizás sólo sirva para que me conozcan un poquito mejor.  En cualquier caso, la intensión era mostrarles  orgulloso el mejor souvenir que traje de mis viajes en mis últimas vacaciones:  El amor de la familia es muy lindo, pero si la maleta viene muy llena y tengo que elegir, me traigo las sonrisas y muestras de cariño de sobrinos y sobrinas y de mi bebita junto a ellos.  
Sinceramente,
alberto juan.