Monday, February 4, 2013

A un año de tu adiós


Querida Leti.  Querida madre, esposa, hija, hermana, y sobre todo amiga.  En estos días se cumple el primer año desde aquel día que nos dijiste adiós.

De más está decirte que a todos nos ha costado enormemente ajustarnos a tu ausencia.  Sobre todo a aquellos que estando más cerca de ti, podían disfrutar de tus sonrisas, tus conversaciones, tus ocurrencias, y tus caricias.  De parte de todos, quisiera empezar por darte las gracias por habernos permitido disfrutar, compartir contigo, el tiempo que estuvimos juntos.

Podría utilizar estos párrafos para comentar sobre aquellas cosas, detalles, que hicieron de ti una hermosísima persona, y que hoy y siempre seguiremos añorando, pero sería imposible hacer justicia en tan poco espacio, además de que no pretendo saberlo todo.  Prefiero dejarlo a la memoria y a los corazones de todos nosotros, tus familiares y amigos.  Todos tenemos recuerdos muy lindos que llevamos en el corazón y que nos hacen vivir o esperar ansiosos por momentos para compartirlos con tus hijos Ariadna, Salma y Lorenzo.  ¡Sí, tal y como tú nos lo hubieras pedido!  Compartimos y compartiremos con ellos nuestras aventuras de infancia, de colegio, de universidad, de España, de Argentina, ese país tan lindo donde tú y Leandro finalmente decidieron echar raíces junto a ese hermosísimo grupo de amigos, de hermanos.  Ciertamente te aseguro que todos y cada uno de nosotros espera ansioso cada oportunidad para retribuir hacia tus hijos todo el amor y el afecto que esparciste entre nosotros.

Quiero también utilizar estas líneas para pedirte que no te preocupes por las lágrimas que en ocasiones brotan de nuestros ojos al recordarte:  Simplemente te extrañamos mucho.  Tampoco te preocupes demasiado por tus nenes:  Leandro está haciendo un esfuerzo tremendo para sacarlos adelante con los mismos valores que ambos siempre quisieron inculcarles, y para eso ha estado contando con la ayuda de todos.  Todos tenemos claro que para ayudar a tus hijos, lo primero es apoyar a Leandro.

La vida quiso que tu tiempo con nosotros fuera corto, es cierto, pero quienes te conocimos bien sabemos de tu intensidad, de tus viajes, de tus logros, etc., en fin suficiente material con el cual asegurarnos que tus hijos crezcan orgullosos de su mamá.  Hay quien llega a los cien años sin vivir la mitad de tus experiencias ni repartiendo tanto cariño.  

Siempre vivirás en nuestros corazones como una rosa que alguien sacó del rosal más hermoso y que nunca se marchitará.  Nosotros esperamos poder envejecer para ver a tus hijos crecer en hombre y mujeres de bien, mientras tú permanecerás intocada por los años en nuestros corazones.  Y así, porque tenemos fe, algún día todos hemos de encontrarnos de nuevo y celebrar que el plan de Dios se ha ido cumpliendo.

Tu hermano en nombre de todos tus familiares y amigos.