Tuesday, August 2, 2011

Del qué y el cómo, del plan y el propósito.

¿Cuántas veces no hemos escuchado (o dicho) la frase “planear no sirve para nada porque las cosas siempre salen de otra manera”?  Aunque siempre me sonó a excusa, debo reconocer que sí, que casi en la totalidad de los casos algo sale como no está planeado. 
Siempre he sido de los que escuchan la frase y comienzan a justificar las razones por las cuales es importante tener un plan:
Estar mejor preparado.
Analizar mejor la situación.
Descubrir los detalles escondidos en lo obvio.
Evitar la improvisación.
Etc.,etc.  
Al final de los argumentos, yo he seguido sintiendo la importancia que tiene una buena planificación, pero nunca he convencido a nadie que opine lo contrario.  Quizás porque al final del día todos sabemos que ciertamente las variables son muchas y terminamos llegando al mismo sitio por muchas vías menos la que se ha planeado.
Hace unos pocos días, lo comprendí mejor:  planificar es importante pero no es lo primero.  No es “completar el plan” lo que lleva al éxito, es “lograr el propósito”.  ¿Acaso cuando logramos el objetivo, incluso si “el plan” ha fallado, no nos alegramos?  Es porque se ha logrado “el propósito”.
Si nos enfocamos en “hacer cumplir el plan” por encima de “llegar al objetivo”, lo más seguro es que tengamos más dolores de cabeza de los necesarios.  
Los logros que nos hacen felices y exitosos normalmente responden a preguntas que comienzan con un “qué” y no con un “cómo”:  Qué quiero ser, qué quiero hacer, qué quiero tener.  Por ejemplo, si el propósito es tener una vida activa, en realidad no debería importar tanto que sea jugando al fútbol, béisbol, o hockey, sino simplemente salir a divertirse y competir.
En adelante, cuando me proponga una empresa voy a enfocarme más en definir mejor el objetivo o el propósito, y un poco menos de esfuerzo en hacer un plan detallado.  Seguramente así disfrutaré mejor, no sólo llegar a puerto, sino también la travesía.  A mis amigos que siempre usan la frase simplemente les preguntaré si tienen claros los objetivos, si están seguros del propósito que quieren lograr, me aseguraré que están comprometidos con el “qué”, y luego les diré que me parece bien, que ellos mismos ya encontrarán el “cómo” lo lograrán.  De otra manera, sabré que la frase simplemente fue utilizada como una excusa para dejar que sea la corriente del río la que los lleve a puerto, seguramente quejándose durante toda la travesía.
Sinceramente,
alberto juan. 

1 comment:

Anonymous said...

Hola,Alberto Juan.Leí tu "Aequo animo" del 3 de agosto. La verdad es que tocas un tema muy neurálgico y que tine muchas aristas punzantes.
Leí hace tiempo el libro "El azar y la necesidad". En muchas cosas me quedé en ayunas porque era un libro muy científico (hasta de FÍSICA CUÁNTICA hablaba). En estos días acabo de leer,de Fernando Savater,LA HERMANDAD DE LA BUENA SUERTE (Premio Planeta 2008),un libro de fácil lectura. En él, Savater toca las palabras AZAR, SUERTE y NECESIDAD. Para ser breve,el azar lo resume en dos frases:"El azar no designa en cierto sentido más que la imposibilidad de pensar". O esta otra: "Azar:la causa que invocaban cuando no sabían qué causa invocar". Acerca de la "SUERTE",es más cínico e irreverente,y cita una frase del escritor latino Juvenal: "El hombre que tiene la suerte a su favor es más raro que un cuervo blanco blanco". Sobre la "NECESIDAD" como acontecer de la propia existencia y lo que nos acontece, afirma Savater:"...en cuanto ocurre,sea dentro o fuera de nosotros, no manda más que la necesidad.Todo lo que pasa es necesario que pase, aunque a veces nos sorprenda porque ignoremos las múiltiples e irresistibles causas que han coincidido para producirlo. Pero la necesidad no le gusta a la
gente y siempre tienen que procurarse algún embeleco (engaño artificioso) verbal para añadir purpurina (polvo finísimo que se echa a una pintura para dorarla o platearla) a la monotonía gris de la existencia.....y recurren a la superstición, es decir
al "azar"....
En síntesis: Por supuesto,lo primero es determinar bien el (los) objetivo(s). Hay que desechar la suerte y el azar. Al final nos queda solo la necesidad, obligar a la naturaleza de las cosas a que sucedan bajo el imperio de una serie consecuencias a las que les obliguemos nosotros a través de la razón, bajo el yugo de una metodología o planeación que obligue a que el objetivo fijado se haga realidad.
Y termino:la investigación de hoy está técnicamente tan sofisticada que entramos ya en otro mundo de posibilidades.

Remo.