Thursday, May 5, 2011

La cercanía del amigo lejano

En las últimas semanas me he puesto en contacto con unos pocos amigos con los que compartí los inolvidables años de la vida universitaria.  Sí, como muchos de Ustedes podrán imaginar:  Compañeros dentro de las aulas o fuera de ellas, de trasnocho para estudiar o para ir de fiesta, para compartir o para competir.  En fin, viajeros con los que compartimos una parte del camino y al final decimos adiós y te deseo suerte.
¿Cuántas páginas se han escrito sobre la amistad? Quizás tantas como sobre amor y odio.  Muchas, sí.  Suficientes, no.  Por eso aquí les va una más, en la que me pregunto por la relación entre amistad y distancia (en tiempo y en espacio).  Del amor ya sabemos que “amor de lejos...”, pero ¿por qué entonces cuando un amigo ha estado “lejos”, pareciera que cualquier contacto se aprecia más?, y sobretodo hay una sensación de mayor confianza mutua.  ¿A qué se debe?
De la alegría de saber que, y aquí no debería haber sorpresas, todo va muy bien en la vida de nuestros viejos amigos, pasamos a conocer detalles de la familia, número de hijos, casamiento(s), los padres, el nuevo trabajo, el estado de aquel negocio, etc.  Luego se deja deslizar alguna mala noticia que rápidamente se compensa con nuestras propias malas noticias, por la obligación que sentimos de compartir suertes.  Lo más normal, como buscando claridad, es continuar por preguntar por noticias sobre otros amigos y a partir de ahí se abren las posibilidades cual tablero de ajedrez después de las primeras jugadas.  En menos de cinco minutos hemos compartido con el viejo y lejano amigo lo que cuesta un poquito más de esfuerzo (emocional) compartir con el amigo más cercano.
Estoy de acuerdo con la explicación de que esta confianza mutua existe porque se ha ganado con anterioridad y mientras no existan razones para perderse, seguirá intacta.  También concuerdo que tener un pasado común con alguien, permite el tipo de camaradería que existe entre aquellos que se conocen defectos y virtudes y se protegen o benefician mutuamente.  Pero es que la relación que tenemos con el amigo lejano ofrece otra dimensión:
El amigo lejano conoce tus valores fundamentales, los que forjasteis juntos siendo más jóvenes, incluso como niños.  El amigo lejano ya no comparte tu mismo tiempo y espacio, así que de alguna manera siempre será una “tercera opinión totalmente desinteresada”.  El amigo lejano se convirtió en el amigo que mientras más lejos está, es mejor amigo y más se le extraña.
Bien reza un dicho:  “El vino, añejo.  El amigo, viejo.”
Sinceramente,
Alberto juan.  

1 comment:

Miguel said...

Muy interesante mi lejano amigo. Que bueno el 'ultimo p'arrafo, y acertado el dicho.
MM