Monday, February 21, 2011

Palabras de amor

Lo que menos intento es hacer de este blog un sitio para debatir asuntos religiosos.  Quizás asuntos políticos, pero no religiosos porque estos van más allá de lo que cada uno “cree que es lo correcto”, y cae dentro de la “fe” que cada uno siente.  Sin embargo el evangelio del pasado domingo me hizo recordar una pregunta que me hago con frecuencia cada vez que escucho evangelios clásicos como el del hijo pródigo, o el del buen samaritano... “a ver cómo hace el cura para explicar esta lectura?”
“Olvídense del ojo por ojo y diente por diente, pongan la otra mejilla, amen a su enemigo”. Nuevamente y como suele ocurrir en estos casos, después de un par de minutos atendiendo a la homilía, mi mente pasa de escuchar detenidamente la introducción del párroco a la de mi conciencia diciendo, para este particular, “Qué fácil es hablar de paz y justicia cuando vivimos en sociedades en relativa paz y justicia, y aún así mucho de los que están aquí probablemente nunca entenderán bien el mensaje”.  No lo digo porque yo pretenda entenderlo perfectamente, si no porqué ni me imagino lo difícil que debe ser tanto explicarlo como entenderlo cuando una sociedad o comunidad vive rodeada de injusticias, mentiras, y ni decir guerras o desesperanzas.
Como buen optimista, me gusta pensar que estas palabras de amor son como esporas que viajan en el viento.  Algunas tendrán la desaventura de caer entre espinas o sobre piedras pero alguna, para suerte de todos, caerá en tierra fértil, en oídos de algunos sin poder político o económico, pero sí de convocatoria social.  Porque es éste último el que influye sobre los pueblos que escriben su historia buena, la de progreso y paz.  No la historia mala, la de peleas, odios y guerras.  Me gusta pensar que estas palabras de amor llegan a oídos de personas como tantos mártires cristianos, y más recientemente de hombres como Mahatma Gandhi o Nelson Mandela.  Qué fácil hubiera sido para ellos repudiar a sus opresores y sin embargo el tiempo les permitió escribir tantas páginas de historia buena!  Mientras tanto otros erigieron estatuas de ellos mismo que acabarían tumbadas por sus propios pueblos en menos de dos generaciones siguientes.
No es fácil usas palabras de amor para dirigirse a los “enemigos”, no.  Propongo que dejemos ese reto a espíritus superiores.  Yo comenzaría porque cada uno se exigiera a sí mismo respetar al adversario.  No es una tarea menos difícil pero es una estrategia que eventualmente lleva a las partes involucradas al campo de la razón, donde la justicia enmudece al grito y lo injustificable se convierte en desecho.
Me gustaría saber cómo explicaron los primeros santos éste evangelio.  Una cosa es cierta y el mismo Cristo lo reconoce al concluir diciendo “Sean Ustedes perfectos, como su Padre que está en el cielo es perfecto”, se necesita ser perfecto para llegar a este estado de entendimiento.  Mientras tanto, esforcémonos para tratar con respeto a todos.  Sí se puede exigir justicia sin ofender, paz sin violencia y amor sin humillarse.

Sinceramente,
Alberto Juan.


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